Existen tres componentes clave para este proceso de transformación.
La primera es la intención , es decir, la disposición a estar con sentimientos de miedo, irritación o deseo sin sucumbir al impulso de cambiarlos, mejorarlos o resolverlos.
El segundo es el reconocimiento . Esto involucra lo que llamamos "rastreo somático": localización de la sensación en el cuerpo y presencia de la sensación cruda asociada a ella. En meditación, este reconocimiento se llama vipassana , que se traduce literalmente como "ver en".
El tercer componente es la no reactividad: la capacidad de observar estados emocionales dolorosos sin actuar por impulso.
La primera es la intención , es decir, la disposición a estar con sentimientos de miedo, irritación o deseo sin sucumbir al impulso de cambiarlos, mejorarlos o resolverlos.
El segundo es el reconocimiento . Esto involucra lo que llamamos "rastreo somático": localización de la sensación en el cuerpo y presencia de la sensación cruda asociada a ella. En meditación, este reconocimiento se llama vipassana , que se traduce literalmente como "ver en".
El tercer componente es la no reactividad: la capacidad de observar estados emocionales dolorosos sin actuar por impulso.
Al trabajar con el cuerpo emocional, normalmente pasamos por ondas y ondas de emoción difícil. En la meditación llevamos la atención a los sentimientos que pueden ser crudos, irritantes o profundamente atemorizantes. Como si se acercara a un animal en la naturaleza, debemos proceder lenta, cuidadosamente y con amor. En las posturas de yoga, es a través de la respiración, la sensación de la tensión en nuestro vientre y la constricción de los isquiotibiales, o en cualquier otro lugar en el cuerpo, que transformamos.
Como en una excavación arqueológica, nos movemos capa por capa, estratos por estratos, a través de la historia de nuestro cuerpo sensible. Cuando podemos trabajar a través del dolor y el miedo atrapado en nuestros cuerpos, nos conectamos con nuestras sensibilidades más profundas.
A través de una profunda bondad hacia nosotros mismos, desarrollamos una mayor capacidad para sentir más matices y resonar con simpatía con los demás.
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